miércoles, 3 de octubre de 2018

El estoicismo

TEORÍAS ÉTICAS CLÁSICAS
El estoicismo es una corriente filosófica fundada en Atenas por Zenón de Citio (335-264 a.C.). El nombre de la escuela procede del término griego stoa, que significa "pórtico". Al parecer, Zenón impartía sus enseñanzas bajo el "pórtico pintado" (stoa poikile) del ágora ateniense. Suelen distinguirse varios periodos en la historia de esta escuela: el primer estoicismo (Zenón, Cleantes de Assos y Crisipo de Soli), la stoà media (Panecio de Rodas y Posidonia de Apamea) y el estoicismo tardío y romano (Séneca, Epicteto de Hierápolis y Marco Aurelio). 

De acuerdo con esta escuela o corriente filosófica, la naturaleza entera se halla gobernada por una "razón" providente y divina (Lógos) que dirige sabiamente el "destino" de las cosas y de los hombres. Es insensato e inútil intentar cambiar el plan de esa providencia divina. Ocurre siempre lo que tiene que ocurrir, del modo exacto en que tiene que hacerlo. Por eso, nuestro deber como seres dotados de razón es aprender a "vivir de acuerdo con la naturaleza"; o, lo que es lo mismo, de acuerdo con el Lógos eterno que lo gobierna providencialmente todo.

En esta conformidad de la acción con el Lógos consiste la areté o virtud moral. Según los estoicos, es "sabio" (phrónimos) el hombre que acepta y consiente con entereza y serenidad el "destino" que el "orden" y las "leyes" de la naturaleza le deparan. Esta aceptación tranquila del propio destino se alcanza mediante el control y el dominio de las pasiones, los impulsos y los afectos por parte de la razón individual, que está en comunicación con la razón eterna y universal que gobierna el mundo y que "participa" esencialmente de ésta.

Los estoicos llamaron apátheia o apatía a esta suerte de dominio o de control racional sobre los propios impulsos, pasiones y afectos. Mediante la práctica escrupulosa y sostenida de este autocontrol o autodominio, el "sabio" llega a ese estado de imperturbabilidad espiritual. Y, según los estoicos, esta apatheia -insensibilidad o impasibilidad del alma- lleva a la ataraxia (serenidad; tranquilidad de ánimo) y representa la única forma de felicidad a la que resulta legítimo o moralmente aceptable aspirar.

Frente al hedonismo en general y al hedonismo epicúreo en particular, el estoicismo sostiene que la finalidad última de toda actuación no debe ser el logro de la felicidad, sino la práctica del bien, el ejercicio de la "virtud" (que consiste, como hemos visto, en el comportamiento de acuerdo con la razón que lo gobierna todo). No debemos aspirar a ser felices, sino a ser buenos. Para el estoicismo, la virtud no es un medio, sino un fin: debe ser perseguida por sí misma, no con vistas a obtener un bien ulterior, distinto de ella misma (como pueden ser la fama, el poder, la riqueza, el placer o la dicha).


INTEF-Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y Formación de Profesorado - Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, 2011, España
enlacehttp://recursostic.educacion.es/secundaria/edad/4esoetica/quincena3/index_quincena3.htm

El hedonismo antiguo. La ética epicúrea

     TEORÍAS ÉTICAS CLÁSICAS


En la Antigüedad, se distinguieron por su importancia dos escuelas filosóficas morales que se ha convenido en calificar como "hedonistas": la escuela cirenaica, fundada por diversos discípulos de Aristipo de Cirene (435-355 a.C.), y la escuela de Epicuro.

En este apartado, resumiremos las reflexiones acerca de la moral que este último vertiera en sus dos principales obras: la Carta a Meneceo y las Máximas capitales. En dichos textos, Epicuro enseña que la felicidad es el fin último de la vida y que ella misma consiste en el placer (hedoné).

"El placer es principio y culminación de la vida feliz. Al placer, en efecto, reconocemos como el bien primero, a nosotros connatural, de él partimos para toda elección y rechazo y a él llegamos juzgando todo bien con la sensación como norma".

Pero no todos los placeres son igualmente deseables, ni deseables en todo momento y en cualesquiera circunstancias. Por eso, dice Epicuro, es preciso tener un "recto conocimiento de los deseos" y de sus objetos, los placeres, para saber a qué deseo conviene dar satisfacción en cada situación y para saber a qué tipo de placeres hay que dar prioridad frente al resto:


"Como el placer es el bien primero y connatural, precisamente por ello no elegimos todos los placeres, sino que hay ocasiones en que soslayamos muchos, cuando de ellos se sigue para nosotros una molestia mayor. También muchos dolores estimamos preferibles a los placeres cuando, tras largo tiempo de sufrirlos, nos acompaña mayor placer. Ciertamente todo placer es un bien por su conformidad con la naturaleza y, sin embargo, no todo placer es elegible; así como también todo dolor es un mal, pero no todo dolor siempre ha de evitarse. Conviene juzgar todas estas   cosas con el cálculo y la consideración de lo útil y de lo inconveniente, porque en algunas circunstancias nos servimos del bien como de un mal y, viceversa, del mal como de un bien" (Carta a Meneceo, 129-130). 

Epicuro advierte contra sus críticos contemporáneos que cuando habla del placer como "bien supremo" y "fin último de la vida" no se refiere "a los placeres de los disolutos y de los que se dan en el goce desordenado y sin medida”, sino "a la ausencia de dolor físico (aponía) y a la ausencia de turbación en el alma (ataraxía)".

Que el placer se convierta en un "bien", depende estrictamente de la sabia elección del que actúa, de la sabiduría y la "prudencia" (phrónesis) con que se elija uno de entre todos los comportamientos posibles. Y la sabiduría "enseña que no es posible vivir feliz sin vivir sensata, honesta y justamente". Pues "las virtudes son connaturales a una vida feliz, y el vivir felizmente conlleva siempre la virtud" (Ibid, 132).

De algún modo, esta afirmación pone límite a un hedonismo irreflexivo y simplista. Según Epicuro, "es preferible ser infeliz viviendo racionalmente, que feliz de manera irracional". Para Epicuro, en efecto, no toda felicidad tiene el mismo rango: la felicidad primaria y despreocupada en la que se complace el insensato no tienen el mismo valor que la felicidad buscada reflexiva y responsablemente por el sabio.



INTEF-Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y Formación de Profesorado - Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, 2011, España

sábado, 22 de septiembre de 2018

Lo que opina Epicuro sobre la felicidad (parte I)


 
Maite Larrauri hablando sobre Epicuro y la felicidad



Entrevistadora: “Vamos a hablar ahora de filosofía. Es habitual encontrar el nombre del filósofo Epicuro. Lo tenemos aquí detrás asociado a restaurantes y a tiendas para gourmets. Pensamos que Epicuro, o Epicurio, es una persona sibarita, incluso hay un puro habano que lleva su nombre, Epicuro. Es eso lo que predicaba Epicuro, a disfrutar de los placeres, como hacen los buenos sibaritas, los vividores. Para responder a esta y a otras preguntas, en la sección de “filosofía para profanos” contamos con Maite Larrauri. “¿Qué tal? Bienvenida, Maite”.

Maite Larrauri: “Gracias, Marta”.

Entrevistadora: “¿De qué placeres hablaba, entonces, exactamente, este buen hombre que tenemos aquí?”.

Maite Larrauri: “Bueno, primero, habría que explicar por qué ha habido esta deriva, de Epicuro a los restaurantes que se llaman epicúreos. Y todo viene de una frase que dijo Epicuro, que era la siguiente: 'el placer del vientre es el principio y la raíz de toda vida buena'. Eso quería decir que él cogía el placer del vientre como una especie de ejemplo, de paradigma, de modelo, en el siguiente sentido: cuando tú tienes hambre, a lo mejor es el momento ahora, notas si el estómago es vacío, y entonces sientes dolor, insatisfacción. Cuando comes, llenas el estómago y, entonces, sientes satisfacción, placer. Y el placer y el dolor es esa satisfacción/insatisfacción que recibimos cuando tenemos el estómago vacío o lleno.

Y eso es un modelo para todo tipo de placer, de manera que Epicuro pensaba que no es que hay que poner límites a los placeres, sino que el placer en si mismo ya es un límite. ¿Por qué? Porque si tu comes mal o comes demasiado o demasiado poco, tu no recibes placer. El placer es la satisfacción y esa satisfacción no puede convertirse en otra cosa, en una “vomitona”… Lo mismo cuando bebes. Por lo tanto, el estómago, el vientre tiene su propio límite y ese límite es el límite del placer.

¿Qué pasa con los restaurantes? Hace poco encontré lo siguiente de una cadena de restaurantes.Decía: 'el placer gastronómico es el principio y la raíz de toda vida buena'. Es decir, alguien ha cambiado lo del placer del vientre por el placer gastronómico y entonces ya no estaba asociado a un vacío lleno,  que es simple, ¿no?, lo que proponía Epicuro, sino que ya es otra cosa. El placer gastronómico es un placer rebuscado. Es ahí donde está la … (ndr: no se entiende)”.

Entrevistadora: “Cómo frase de marketing es bueno, ¿no? Como frase vale. Pero, es el significado de esta frase lo que nos interesa”.

Maite Larrauri: “Exacto. Entonces, claro, luego, además, hay que tener en cuenta… Epicuro, por ejemplo, era una persona enferma del estómago, lo que quiere decir que poca cosa, o cosa muy medida, podía comer, y de hecho lo que predicaba era moderación, frugalidad. Es decir, que la cosas se seleccionaran, que no se comiera cualquier cosa, que hubiera una selección.

Y como eso es un modelo para toda la vida, no sirve solamente para comer. ¿Por ejemplo, el jardín de Epicuro que era? Pues era un especie de comuna, de casa con jardín donde la vida seleccionó con quien vivir. No se puede estar viviendo con todo el mundo, los amigos son pocos, esos pocos que tenemos son aquellos con los que quiero vivir. Por tanto, yo selecciono lo que como, selecciono con quien hablo, selecciono de lo que hablo, es decir hago siempre, digamos, esa especie de selección, frugal, de lo que a mi puede llenarme.

Entrevistadora: “¿Entonces es fácil ser epicúreos, tal y como decía el mismo?

Maite Larrauri: "¡De lo más complicado! Y de lo más complicado, porque yo creo que, en general, las personas preferimos que las cosas estén prohibidas o permitidas, antes que moderarlas por uno mismo. Es decir que si te dicen '¡No fumes!' o '¡Fuma!' o '¡No bebas!' o '¡Bebe!', eso es aceptable porque es una orden y obedecemos. Ahora se te dicen, por ejemplo, 'Tú tienes que conocer tu estómago', por tanto, tu puedes saber cuantas cervezas puedes beber sin que eso se convierta en un displacer, en un sufrimiento, o cuánta comida puedes ingerir sin que eso se convierta en su contrario, porque la masca del estómago es una medida, entonces, '¡modérate!'. Ósea, no es posible, por ejemplo, que yo coma lo mismo que una persona que mide uno y noventa y pesa cien kilos, no es posible ni que beba lo mismo. Por lo tanto, modérate según tu medida,  tu tienes que ser tu medida, y eso es mucho más complicado. Las personas preferimos un 'blanco/negro'.

Entrevistadora: “Claro, hoy (…) 'nada en exceso', ¿no?”.

Maite Larrauri:  “Si, claro, efectivamente, porque los griegos siempre dicen estas mismas cosas: hay que ser moderado, hay que encontrar el principio de moderación en uno mismo, uno tiene que buscar su propio equilibrio, y esto es un equilibrio, equilibrio del vientre y equilibrio de otras cosas”.

Entrevistadora: “Entonces, una comida epicúrea no sería una cuchipanda…”.

Maite Larrauri: “¡No, no, no, no! Muy, muy, muy lejos de lo que parece que están proponiendo. Por ejemplo, una comida epicúrea podría ser, y él lo dice, podría ser, pensando en Grecia, en el siglo cuarto antes de Cristo, vale, entonces unos higos, un poco de uva, un vaso de buen vino y un trozo de queso, con unos amigos, en una discusión interesante, bajo una parra, mirando el mar de Grecia delante. ¿Qué más quieres? Eso es un festín, eso es un lujo, eso es el refinamiento en el placer, y no, a lo mejor, otro tipo de cosas.

Entrevistadora: “Claro, claro. Eso es Epicuro y eso lo que nos ha contado hoy Maite Larrauri. Muchísimas gracias por arrojarlos a esta  “filosofía para profanos”.

Maite Larrauri: “¡Gracias a vosotros!”.



Filosofía para profanos - La 2 RTVE - Entrevista a Maite Larrauri

sábado, 15 de septiembre de 2018

Lo que opina Alex sobre la felicidad



“¡Vaya día! Es curioso que justo en estos días tan grises, tan apagados, tan -vamos a ser claros- de mxxxx, más ciegos estamos, nos cuesta ver y apreciar lo que tenemos al nuestro alrededor y nos cuestionamos más nuestra felicidad. ¿Pero qué es la felicidad? A ver -vamos a ser claros- si yo supiese la respuesta, no haría un video contandosla.

Pero lo que, si quedamos claro, para mí la felicidad son esos cinco minutos de más que me da mi querido despertador cada mañana; a veces no son cinco y son diez y, a veces, son treinta -para que no engañamos. Pero vamos, que el número es lo de menos.

O ese momento, justo después de levantarme, que me pongo música para que mi día vaya redondo. Todos tenemos aquellas canciones que despiertan nos yo positivo y activan el cuerpo para que se mueva al son de ellas. Yo no sé bailar, pero, por A o por B, mover mi cuerpo ridículamente, me hace feliz. Por eso lo muevo en casa, lo muevo en la calle, en el parque, en el super, y la verdad en cualquier sitio donde el ritmo me encuentra (I want to break free-Queen). Con el tiempo me he dado cuenta (de) que hacer el tonto, es un don, uno que no todo el mundo tiene, y es por eso que me siento un privilegiado. Si lo miras con perspectiva, te das cuenta que conservar tu yo infantil no es fácil, pero es que es muy gratificante.

(Siguen: "Hi”,“Creo que el cartón ya lo descartamos”,“Mike! ‘Correcto!’ ¡Vamos, he ganado!”, “¡Yo no lo veo! Me está cayendo la baba”)

¡Dejaos de materialismos! El olor a pan recién hecho, eso sí que es felicidad, los olores que te recuerdan a persona y a momentos son magia. A mí el pan recién hecho me recuerda mi infancia y parar el tiempo de veces en cuando en recordar a mí me hace muy feliz. No solo por esos momentos, si no por echar la vista atrás y ver lo lejos que has llegado, tan lejos que en muchos casos no tenemos a nuestro lado nuestra familia. “Hola, Ale” “Qué tal, ¿mami?’” “Muy bien”. Hay pocas cosas que me hagan más feliz que mi familia. Son pillares fundamentales en mi vida, como fundamentales en mi día son la risas, esas risas interminables, y los abrazos, esos gestos que recargan de energía hasta la persona mas apagada.

Pero “para apagado un servidor después de comer”. Sin mi café no soy persona, pero que feliz me hace…ese café. Tanto como estar con los míos, sus planes de casa, juegos de mesas, fiesta de disfraces, o simples conversaciones infinitas. Sin olvidarme de esos ratitos para mí a solas conmigo mismo, indispensables y necesarios, muy necesarios. 

En resumen, para mí la felicidad no es una meta, ni un objetivo, ni el pico de una enorme montaña. Para mí la felicidad son personas, son momentos, son sentimientos, así que valora lo que tienes y encuentra en ello tu felicidad y seguramente el próximo día de mxxxx, cuándo te vuelvas a hacerte la pregunta de “¿Soy feliz?”, encontraras una respuesta.”



Autor: Alex Puértolas
Transcripción del video https://www.youtube.com/watch?v=sLjfOFvDOyE